La mejor forma de aprovechar los beneficios de la cebolla es consumirla cruda. Así estimula el funcionamiento del hígado, el páncreas y la vesícula, a la vez que mejora la actividad digestiva.
El principal componente de la cebolla, con diferencia es el agua, un 90 % de su composición aproximadamente. En el 10% restante encontramos múltiples nutrientes y con tantas propiedades beneficiosas.
Vitaminas del grupo B necesarias para el correcto funcionamiento del sistema nervioso y del inmunitario; también vitamina E y C, con potente acción antioxidante.
Múltiples minerales y oligoelementos como potasio, magnesio, fósforo, calcio, sodio y azufre entre otros.
Aminoácidos esenciales y fibra. Una de las propiedades más conocidas de la cebolla es la acción diurética, por lo que es muy recomendable en pacientes con insuficiencia renal, gota o hiperuricemia, cálculos renales, edemas o hipertensión. Por su efecto diurético, pero también por su alto contenido en agua y fibra y bajo en grasas y azúcares, es indispensable en cualquier dieta.
Es un potente cardioprotector gracias a su propiedad antitrombótica, hipolipemiante (esto es la capacidad de disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos) e hipotensora, siempre que se consuma de forma habitual.
La tan conocida acción depurativa de la cebolla se debe a que es capaz de eliminar las toxinas y fermentos que se producen en el estómago tras la digestión, proceso que también favorece al estimular al hígado, páncreas y vesícula para que segreguen las sustancias necesarias. Estas propiedades sólo se dan cuando se consume cruda.
Gracias por vuestra confianza.