A la hora de realizar las sentadillas hay que tener diferentes elementos en cuenta y centrarse en todo el cuerpo: la posición de los pies, la alineación de las rodillas con respecto a los tobillos y a la punta de los pies, la posición de la pelvis, la posición dorsal y la posición del cuello.
Por ello, la correcta ejecución de las sentadillas tiene que ser primordial, ya que, de no ser así, podríamos poner en peligro a nuestra espalda y rodillas.
Sin embargo, con unas buenas sentadillas fortalecemos los ligamentos, tendones y otros tejidos conectivos de la zona baja de los cuádriceps y rodillas.
Además, mejoramos la estabilidad de la misma, ya que movilizamos todos los músculos de su alrededor, como los glúteos, los cuales, se activan por completo.
Los brazos estirados y la cabeza siempre erguida, mirando al frente. También debemos mantener la espalda erguida y mantener la lordosis lumbar, nunca con la espalda flexionada. Intentar descender en línea recta y mantener toda la planta del pie apoyada al suelo.
No debemos sobrecargarnos de peso en unas sentadillas, y si trabajamos con una intensidad alta, es recomendable utilizar cinturones de entrenamiento.
También hay que tener siempre en cuenta un factor muy importante, la respiración. Al principio de la sentadilla, estando posicionado de manera recta, inhalamos, realizamos una profunda respiración, y seguidamente comenzamos a realizar el ejercicio, bajando y aguantando el aire, para una vez que comienza el ascenso, lo vayamos soltando lentamente.
La correcta respiración durante el ejercicio es vital, facilita la actividad, resulta más sencillo para los músculos, mantiene el flujo de oxígeno y evita que la presión sanguínea se eleve súbitamente.
Este ejercicio conseguirá que nos den tanto potencia como resistencia a esfuerzos de gran intensidad, conseguir una correcta higiene postular y prevenir múltiples problemas de espalda.