Durante el ejercicio físico, aproximadamente el 75% de la energía empleada se disipa en forma de calor, y gracias a la evaporación del sudor a través de la piel, el cuerpo es capaz de mantener la actividad muscular sin que la temperatura corporal aumente.
Esta actividad física conlleva un aumento de la sudoración, y por lo tanto, un incremento de la necesidad de agua en nuestro organismo.
Recordad que más de un 60% de nuestro organismo está compuesto por agua, y como hemos mencionado, al realizar cualquier actividad física, se pierde parte de ésta a través del sudor (podéis incluso perder más de 1 litro por cada entrenamiento), por ello, es muy importante que bebamos agua moderadamente antes, durante y después de la actividad.
Y por último, ya sabéis que nada de esto tendría sentido si no completáramos como es debido la fórmula para nuestro entrenamiento perfecto:
Es decir, existen ciertas funciones que el cuerpo no puede desempeñar sin la presencia del agua, pero tampoco sin una buena alimentación que nos proporcione la energía necesaria. Y por supuesto, un control sobre las dos fases de la respiración durante el ejercicio, lo que cargará nuestros músculos de oxígeno, nuestro alimento más esencial.
A continuación, os dejamos un breve listado de las funciones que el agua sustenta en el cuerpo humano mientras realizamos la actividad física:
Regula la temperatura corporal.
Facilita el transporte de nutrientes, vitaminas y minerales por el organismo.
Activa las enzimas esenciales para suministrar la energía que necesita el cuerpo, y regula la acidez estomacal.
Favorece la eliminación de impurezas y toxinas del organismo.
Lubrica y proporciona soporte estructural a los tejidos y articulaciones.
¿Alguna razón más para no olvidar vuestra botella de agua?
Utilizamos cookies para asegurar que damos la mejor experiencia al usuario en nuestro sitio web. Si continúa utilizando este sitio asumiremos que está de acuerdo.