Estamos acostumbrados a oír que el café es malo y lo es, como todo, si se toma en exceso. Pero, ¿por qué es uno de los recursos más utilizados en los pre-workout?
Lo cierto es que la cafeína es uno de los antioxidantes más poderosos, previene y retrasa el envejecimiento celular y protege de los radicales libres responsables del colesterol. A su vez, su poder para estimular el sistema nervioso (no es directamente proporcional consumo-beneficio) hace que tengamos las capacidades cognitivas más alerta y los enlaces neuronales conecten con mayor rapidez, que seamos mucho más eficientes.
Hay que añadir, y aquí viene lo que nos interesa, que su gran capacidad para aumentar la tasa metabólica, así como el número de rpm, hace que consigamos quemar más grasa que realizando el ejercicio sin ello. ¿Rentable verdad?
También podemos decir que el café estimula la segregación de serotonina, dopamina, norepinefrina, entre otros, que son responsables de una mejora anímica, una estabilidad mayor en la vigilia y fomentan la actividad social y psicomotriz en general. Sobre todo, la más conocida: nuestra querida adrenalina.
La cafeína, que no el café a secas, está comprobado que protege el hígado de cirrosis y sirve de gran ayuda para la depresión; así que, al contrario de lo atendido por la mayoría: el café es bueno.
Todo en exceso es perjudicial, eso es cierto, y el contraste a la cafeína es su gran poder adictivo, así como su pérdida de efecto con el consumo. Para los muy nerviosos puede llegar a trastornar el sueño, producir tembleques en las manos y, cómo no, taquicardia.
Su recomendación es de una a dos tazas diarias, entre 150 mg y 300mg. Contando que la mayoría de suplementos ya nos ofrecen esa tasa (300mg) con una al día ya conseguiríamos los beneficios sin exponernos.